4/23/2012

Agua y Aceite

"O yo no entiendo lo que está pasando o ya pasó lo que estaba entendiendo".  Carlos Monsivais

México ha cedido ya en aspectos fundamentales. Se han disipado las ilusiones mucho antes de entablar contienda, sexenio tras sexenio, un priísmo abusivo y aberrante nos ha marcado con hechos históricos incontestables y sin  principios de justicia.
No es necesario ser un eminente hombre ilustrado para reconocer esos niveles de agresión brutal como una inmensa iniquidad producto de una rapiña sistemática, meditada, dirigida y consumada.
La memoria colectiva y el sentido común deberían ser suficientes para poner el voto del 2 de julio a consideración, y además funcionar como detonador al enorme agravio de presentarse a una contienda electoral con 71 años de saqueo arbitrario y abuso de  nuestros derechos constitucionales.
Hoy se desvanece un amago de transición democrática, siempre ineficaz ante una hidra de Lerma que dejo su embrión más fructífero en la Secretaria de Educación Pública. Desapareciendo con la idiocia, cualquier esbozo de juicio crítico, reflexión, doctrina o ideología revolucionaria que surja de la academia y pueda propagarse en cada recinto con un libro y un maestro.
La desesperación adquiere forma de drama y se desploman y resignan las imprescindibles ideas de universidades y bibliotecas  en instituciones de autoritarismo.
Sin duda es imperiosa la necesidad de crear iconos que contribuyan a la conciencia de la nación con sus ideales en peligro de extinción. Este texto trata de recordar lo olvidado, apelando a "lo que está a la mano": un visible espectáculo que hace temblar los espíritus, comparable solo a un cerco de lobos, cuyos modos de actuar son indescifrables pero con un objetivo claro. 
Las consideradas garantías de protección como un alto nivel educativo, una posición económica solvente y un trabajo estable, en un descuido se transforman en una trampa sin salida. No queda más que una cuota extra de valor para intentar lo imposible. El voto útil.
En este juego de infantiles y criminales mentalidades que se divierten con el destino del país, no hay quien ponga cara al triste desenlace, un "parte de guerra" que apesta de falsedades.
La situación solo puede salvarla un gran despliegue de inteligencia y valor por parte de un protagonista político, sin embargo este despliegue resulta simplemente inconcebible.
López Obrador tal vez el menos obtuso de los contendientes es la mejor representación de la casi infinita pobreza de nuestras instituciones: un hombre que hemos visto comportarse de una forma torpe y en ocasiones sin imaginación, para confrontar la fanfarrona amenaza que traerá de vuelta al PRI.
La queja es arbitraria pero responde a una preocupación genuina, sobre un sistema de gobierno que violenta nuestra historia. Parece que la poca memoria de mis conacionales avala voluntaria o involuntariamente el oscurantismo que acompaña la inminente victoria de Peña Nieto.
El tema empeora por la forma de externar el deseo de deshacerse de pruritos morales que ellos mismos gestaron durante décadas, que han contaminado al extremo una de las características y afecciones mas dolientes de nuestra sociedad, su pobre nivel cultural.
La ignorancia no conoce limites y extiende su dominio sobre nuestro territorio y sobre millones que con su sufragio garantizan y acreditan una vuelta a lo inefable.
Nuestro país el 3 de julio no hará mas que cosechar lo que sembró allá por 1929 y lo que dejó crecer como enredadera durante todo un siglo con un "partido de estado".
"Soy un hombre agradecido con el PRI que reafirma en los hechos su vocación priísta, y que como miles de mexicanos mantiene inquebrantable el gran orgullo de ser priísta". Declara con desparpajo tras obtener el registro de su partido como candidato único. 
Nada lo detiene y ahora mantiene en silencio sus intenciones ante la opinión pública, da pasos de plomo con cada discurso prefabricado y sin espacio al debate o intromisiones incomodas.
Contemplo impávido su "obra" electoral llena de agravios contra el intelecto público y el juicio razonado, tapiza con mentiras un camino tranquilo a Los Pinos con desinteligencias que rayan en lo inverosímil, que solo alimentan mi incredulidad y la de muchos otros que no serán mayoría ni sumando sus polarizadas posiciones azules y amarillas que parecen como agua y aceite en un vaso casi lleno y completamente tricolor.