11/26/2018

Sinécdoques

Tomar una parte por el todo se convirtió en un recurso no solo retórico sino periodísticamente valioso. El subtexto de muchos periodistas señalando a "la gente" como un ente único y con la violencia como su rasgo distintivo, es solo equiparable a su irresponsabilidad verborrágica en la previa de la final de la Copa Libertadores.

Culpar al periodismo de generar un ambiente hostil es un análisis tan ordinario como el sesgo de los directivos del fútbol señalando que el problema son "cincuenta inadaptados". Una cifra que a esta altura ya resulta irrisoria al momento de enumerar los hechos violentos en el futbol argentino. 

Ni la sociedad argentina "ha fracasado por una pasión mal entendida", ni los discursos de algunos sectores del periodismo han estado a la altura que dicha sociedad merece. Los únicos que han cumplido, hasta ahora, cabalmente con su rol en este ecosistema han sido los jugadores que nos brindaron, probablemente, los únicos 90 minutos de futbol que tendremos.

La sociedad argentina sí está contaminada y por ende su fútbol y por consecuencia los medios que cubren el deporte. Las conductas colectivas violentas son extrapoladas una y otra vez, pero los delincuentes que influencían dichas transgresiones siguen siendo los menos. 

Ahí es donde coincido en el discurso popular respecto a los 50 inadaptados por que si fuéramos todos, bastarían los 50 mil que estaban en el estadio para entrar a la Casa Rosada y echar al presidente.

La gente a su vez carga contra los medios como represalia cuando escucha a "periodistas" señalar "una sociedad de cuarta" o "un asco de hinchada". En esta lucha de sinécdoques se escala el conflicto y delincuentes y autoridades, los principales responsables, terminan siendo los más cómodos.

El fútbol es un microcosmos de nuestra realidad y la sociedad argentina está lastimada por nuestro contexto social, político y económico. Lo que la vuelve susceptible de transgredir el orden por un partido de fútbol, al que dota de su carga emocional cotidiana.

La gente vive un momento vulnerable y es receptiva de reaccionar cuando una mafia con alevosía, gesta delitos y los perpetra excusada en el anonimato de una hinchada. Fernández Gutiérrez de Quevedo describía ayer al fútbol no solo como un mal remedio, sino como el fármaco más barato y accesible para evadir la realidad.

Si la sociedad y su contexto estuvieran sanos está susceptibilidad no existiría y los "50 inadaptados" quedarían expuestos. Igual que como quedan expuestos los medios de comunicación antes y después del incidente de la mal bautizada "final del mundo" que solo le importaba a los latinos, del mundo, pero solo a los latinos.

Para el contexto actual está sociedad es casi heroica tolerando hoy en medio de una crisis económica un evento de esta magnitud, un G20 dentro de una semana o una olimpiada juvenil hace un mes. Unos juegos olímpicos donde esta misma gente "desquiciada" llenaba cada evento con un solo incidente, fue en un partido de fútbol.

La sociedad es la misma, los periodistas los mismos, las autoridades las mismas, solo cambia el contexto, es fútbol. Un contexto gravemente contaminado por delincuentes ramplones, que tiran piedras y criminales de cuello blanco que los empoderaron y no saben que hacer con ellos.

Hoy los medios, más que nunca, deben dejar de lado los discursos de odio volver a sus bases y mostrar con responsabilidad quiénes son esos delincuentes distinguirlos del resto y dejar de recurrir a figuras retóricas...a sinécdoques. 


5/01/2018

Gracias totales


¿Y qué no estabas en Argentina? Me preguntan de nuevo. Y sí, y aunque trato de ahorrarme por casuística los siguientes cuestionamientos, los respondo con matices de acuerdo a la confianza que le tengo a mi interlocutor. Sí, me fui solo con billete de ida y con una oferta de trabajo de la Agencia EFE.

Al final pegar la vuelta ha sido probablemente la decisión más difícil que he tomado, pero algunos reveses circunstanciales en México terminaron por convencerme de aventurarme de nuevo por Buenos Aires.

No es un secreto mi afecto por la Argentina y más allá de los vínculos incondicionales siento una enorme admiración por la cultura rioplatense y considero mías sus más inherentes pasiones. Hace diez años, antes de recibir la oportunidad que cambiaría mi vida en Europa, mi intención era recalar en La Plata, Rosario o la majestuosa Buenos Aires (sigues tan linda como siempre). Y si bien la experiencia fue corta fue retroprogresiva.

La vida y sus caprichos me llevaron a España y luego a Países Bajos, y luego de regreso a México con los Países Bajos incluidos, pero la Argentina siempre estuvo latente de alguna u otra manera. Una nueva oferta llegó y decidí tomarla para luego volver antes de lo previsto. Recientemente leía un honestísimo texto del periodista Alberto Arce, yo escribo de sobre él y de la Agencia EFE, cuando él escribe sobre Orwell y del New York Times, pero igual me siento identificado.

Antes de irme, como él, también me topé con un idiota lleno de confianzacon un mercado en el que vendo algo que ya no vale ( y que también quiero regalar y que no lo quieren por que no lo entienden) y también me siento devaluado, a veces malgastado y yo creo que la meritocracia es idealista. Que solo siguen los amigos, los pacientes, los que toleran (muy laudatorio) y tristemente también siguen los que mienten.

En fin como Alberto soy de los que tienen dignidad y valentía y sigo acumulando millas con mis principios intactos, esperaré una ráfaga de viento a favor o seguiré remando hasta que se desinfle el bote y decida hacer otra cosa con un renovado espíritu nihilista más mis 36, 40 o 50 años a cuestas. Gracias Argentina por tu sofística lección, tu dieta cognitiva y tu compuerta evolutiva; gracias por tu gente, por tus espacios y por los momentos; gracias por las risas y sobre todo las lágrimas; gracias por la resiliencia. Gracias, gracias totales.

Tailandia para principiantes

Puedo asegurar que si existe un lugar en el mundo donde se puede comer como en México es Tailandia. No es la única característica en común entre ambos países, pero sí la más obvia. Las gastronomías son tan distintas como deliciosas, pero en esencia son abundantes en sabores y tendencias básicamente se puede comer lo que sea, cuando sea y en donde sea. 
Desde el más extravagante menú en un restaurante trendy del mundo ubicado en algún rascacielos de Bangkok, hasta el carrito callejero más austero de un mercadillo local. Hay para todos los bolsillos y considero muy difícil que un paladar exigente no encuentre donde deleitarse.
El khow phad sapparot resultó mi favorito, media piña cortada de forma transversal rellena con un impecable arroz sazonado con especias y verduras, se  adhieren nueces de la India, camarones y chorizo frito (tienen nuestra misma fascinación por la fritanga, pero utilizan el wok en vez del comal) decoran el platillo con algo que parece heno navideño (ningún mesero supo explicarme de qué se trataba), la guarnición son pepinos y jitomates frescos más un toque de aceite de oliva picante.



El valor que se le da al picante en la cocina Thai es comparable a la nuestra, no hubo curry o sopa de coco que no caldeara mis entrenadas papilas, como en México ”pica poquito” significa picante y el “sí pica” es salvajada. Incluso mi propia versión de curry resultó intolerable pese a que utilicé una ínfima parte de lo sugerido por mi maestra culinaria. 
El curso lo tomé en una granja orgánica a media hora de la ciudad de Chiang Mai, ahí procuran con delicadeza la mayoría de los ingredientes que utilizan, vegetales o animales.



Ahí aprendí finalmente a preparar wongtons y rollitos primavera aunque el secreto no está en el doblez sino en el punto exacto de extracción del wok. Chiang Mai es una visita obligada y abajo detallo la invaluable experiencia con elefantes, Chiang Mai tiene el cuarto aeropuerto del país lo que ofrece una inmensa oferta de vuelos de bajo costo al interior y exterior.

En un principio me resistía a llegar al norte de Tailandia, básicamente por la tentación de conocer lo más posible  de sus decenas de islas paradisiacas que están en la dirección opuesta. Aún así lo que me provocaba mayor resistencia era la espeluznante idea de hacerlo en tren y de noche... un viajecito de ¡12 horas! Al final probamos el tren, pero con un trayecto más corto, de Bangkok a los remanentes del Reino de Ayuthaya, poco más de hora y media. 
La diferencia entre la primera clase y la segunda es la comodidad de los asientos, el espacio entre ellos y por supuesto el aire acondicionado. Nos arriesgamos a la recomendación del amable taquillero que nos ofreció el boleto más económico, pero que dejaba el andén en 2 minutos, básicamente tuvimos que abordar el tren sobre la marcha, los clichés de películas son bastantes comunes por aquellos lares.  Si bien aún trató de recordar algo más sobre ese recorrido, solo recuerdo brincar entre los carros en movimiento buscando un sitio disponible junto a alguna ventana. Tampoco olvido los rústicos ventiladores de aluminio en los techos de cada carro, todos auténticas piezas de museo la mayoría oxidados y ruidosos, algunos inservibles solo revolcaban el mismo bao caliente y oloroso, pero muy democrático que exhalábamos todos: locales, mochileros, monjes y una que otra gallina.

Ya en Ayuttayha lo más común es recorrer sus puntos de interés en tuc-tuc, triciclos motorizados con una caja pick up para cuatro (occidentales) u ocho (chinos). La estética de los vehículos merece mención aparte, con sus estrambóticos colores y 100 % personalizables al gusto del conductor, nunca falla alguna alusión a occidente que contrasta con las fotos del rey o de buda, estos vehículos dominan cualquier paisaje urbano tailandés. 



Los choferes aquí se convierten en guías de turistas y te abruman en cuanto sales de la estación, si no te pones firme toman tu mochila y te llevan persiguiéndola hasta su tuc-tuc , puedes recorrer Ayuthayya eligiendo el paquete de 4 o 6 horas. Los puntos de interés de la ciudad se ofrecen en una especie de menú muy gráfico y funcional. Los chinos entusiastas se montan y de un jalón recorren todo el poblado, nosotros acordamos con Pak (nuestro nuevo mejor amigo y guía) que nos llevará al hotel y dividir la visita en tres días. En este punto llegar al norte en tren estaba ya descartado.
Nuestro hotel en Ayuthaya estaba fuera del centro y justo frente a uno de los sitios arqueológicos que marca el menú, eso explicaba la diferencia de precio entre los cuartos “con vista” y "sin vista". Del hotelito no me saco de la cabeza la señal del nivel que alcanzó el agua tras el tsunami del 2004, a unos dos metros y medio del piso, impresionante considerando que estábamos a unos 600 km de la costa. 


Tras pasar un par de días visitando majestuosas reliquias arquitectónicas y uno que otro templo budista, decidimos visitar Lopburí, pese a que Pak ofreció llevarnos en Tuctuc por comodidad preferimos el tren, esta vez en primera clase (cómodos asientos reclinables y aire acondicionad), la diferencia de precio vale la pena, pero hay pocos lugares así que resulta ideal reservar con tiempo en la página web del servicio de trenes (en taquillas no venden boletos más que para el mismo día). Lopburí la llamada “Ciudad de los monos” es en realidad un pueblo pequeño y su estación de tren está justo frente a uno de sus (dos) sitios arqueológicos, el primero sin monos ni turistas (perfecto para sacarse fotos).  A poco más de media calle y en línea recta se divisa del templo principal (el que tiene monos y turistas). Ya de camino se distinguen los macacos en los cables de electricidad, postes de semáforos y sobre las fachadas. A sus anchas, para quien nunca cruzó por la India la experiencia hasta aquí ya vale la pena, te asombra su demencial comportamiento desde lo humano de sus expresiones hasta su explícita sexualidad. Al poco rato entiendes su fama de gangsters yo por ejemplo presencié como unos tenderos trataban de mantenerlos a raya mientras descargaban cajas con verduras de su camioneta, mientras unos ahuyentaban con amagues y carrerillas a los que aparecían en su camino (en una perfecta maniobra coordinada), los bribones más ágiles robaban por el otro lado los vegetales de la camioneta. Conforme te acercas al templo principal te das cuenta de que son los auténticos dueños del barrio: circulan a media calle contoneándose  sin desparpajo e interrumpiendo el tráfico a placer, recorren las cornisas de los edificios aledaños entrando y saliendo por la ventanas abiertas y se refrescan en su propia fuente-monumento, que desde cierta distancia es imposible distinguir los reales y de los de bronce. 
Ya en la zona arqueológica están más relajados, es cómo aparecerte por su casa. Desde que pagas el boleto un encargado te acompaña con una larga varilla de metal que los animales reconocen de inmediato. Otro empleado resguarda la entrada de la antigua construcción, su complicada labor radica en evitar a toda costa que los monos también tomen el interior edificio para ello el guardia despliega una cómoda silla, el periódico del día, otra varilla metálica y una infinita paciencia. Ya dentro del templo recorres un largo pasillo sin mucho que ver a lso lados entradas de luz selladas con malla metálica, mientras llegas al fondo del pasillo esperando encontrar algo caes en cuenta que tú eres la atracción detrás de los barrotes y lo que causa la curiosidad de los peludos residentes.



Leí que Tailandia fue el único país del sudeste asiático que nunca fue conquistado por una potencia occidental, los neerlandeses lo intentaron por las buenas y los franceses por las malas. Estos últimos temerosos de que los ingleses decidieran expandirse desde la India y entonces se animaron a desembarcar armados en la capital, pero al final se terminaron rindiendo (como en todas la guerras que pelean), la wikipedia también dice que los reyes tailandeses fueron grandes negociadores y que eran como monedita de oro para todo el mundo. A los europeos los dejaban comerciar sus productos al exterior, a los chinos los dejaban comerciar al interior y a los malayos los explotaban y los dejaban construir sus viviendas y mercados sobre el agua ya que los consideraban una raza inferior y tenían prohibido habitar en tierra firme. Todo esto viene a cuenta de que nunca de que nunca me sentí tan bien atendido fuera de mi país, en México estamos terriblemente mal acostumbrados al trato casi servicial y los más fifí mal interpretan un poco servicio con esclavismo. Soy de los que cree que el cliente casi nunca tiene la razón. Para mi acompañante con pasaporte neerlandés esto resultaba todavía más obvio considerando que Holanda es el país con los peores meseros del mundo, esto debido a que la mayoría son estudiantes que necesitan un segundo o tercer ingreso que no se basa en absoluto en las propinas y no tienen el más mínimo interés en que el cliente se vaya satisfecho. Esto contrasta terriblemente con Tailandia, aún con su increíble amabilidad y diligencia es llamativo que siguen un paso atrás en términos concretos de eficiencia. Me cuesta pensar en un lugar a donde nos hayan traído las bebidas al mismo tiempo o que respetarán el orden de los tiempos en los platillos, es más en un lugar me trajeron el postre (arroz pegajoso con mango) antes del platillo principal, pero la realidad es que siempre lo hacen todo de forma tan cordial y con una sonrisa tan monumental que no hay manera que te puedas molestar mínimamente con ellos.




Retomando el tema sobre Chiang Mai cabe señalar que es un sitio pintoresco (al que felizmente llegamos por avión) desde su inmenso mercado nocturno del domingo hasta sus laberínticas callejuelas dentro de la ciudad amurallada. Solo dejamos atrás la comodidad del casco histórico para aventurarnos en una comunidad de granjeros en la campiña de las colinas del norte en donde una comunidad trata de hacerse de un espacio en el ahora muy competido mundo de los “campamentos de elefantes”.  La idea de este sitio en particular fue de dos universitarios de una tribu cristiana de origen Isan (pueblo laosiano) llamada Karen, los chicos además de hablar su lengua materna dominan el tailandés y el inglés, pero cuando alguien comentó que venía de Francia le hablaron en francés y cuando yo dije que era mexicano me hablaron en español, esto habla de su capacidad adaptativa y emprendedora. El proyecto que ahora involucra a toda su comunidad a diferencia de otros campamentos es que resulta completamente orgánico no solo es un santuario para elefantes sino también un bálsamo de preservación cultural y educación para el inconsciente extranjero. Todos sus integrantes se conocen entre sí  ya sus animales y esto obedece a que han crecido juntos por generaciones. También nos explicaron que sus elefantes son heredados y que llegan a vivir hasta 80 años, como cualquier miembro de la comunidad Karen nacen, crecen, se reproducen y mueren en estas colinas. También como sus jóvenes, los paquidermos antes emigraban a otras partes (usualmente acompañados de algún pariente humano) para buscar trabajo, ahí pasaban entre 15 y 20 años en la industria agrícola o turística y luego regresaban a casa cansados y con una vida de servidumbre a cuestas. 




Desde que se fundó el Elephant Nature Park de Karen esto cambió, se convocó a las familias, se les explicó la idea del campamento y con mucho esfuerzo se construyó y desarrolló en sus tierras. Luego hubo que “reintegrar” a los elefantes y humanos emigrados y básicamente lo que hacen ahora es educarnos a los turistas un poco consientes sobre las tradiciones centenarias que este pueblo tiene con sus animales. De acuerdo con Khalan (uno de nuestros anfitriones) son 54 los campamentos registrados en Tailandia con esta actividad, todos con diferencias abismales, los más antiguos influenciados por el dinero del turismo hacen de los elefantes “tuc-tucs mamíferos” y pasean a decenas de personas en sus lomos 24/7 a cambio de unas condiciones deplorables y una columna vertebral deformada que reducirá la vida del paquidermo notablemente. Según Khalan estos animales en el mejor escenario son “rentados”por contrato  junto con sus dueños por temporadas largas con una ganancia ínfima que además de afectar física y psicológicamente a hombres y bestias desgasta su vínculo con los humanos que los afecta de forma permanente, la única otra forma de conseguir elefantes es comprarlos a familias de campesinos con necesidad económica al no tener un cuidador permanente se les explota hasta que físicamente no dan para cargar un solo chino más sobre su lomo, así que piénsenlo antes de subirse a un elefante que de vueltas alrededor de alguna atracción.




El segundo tipo de “santuarios” son aquellos establecidos por los extranjeros que por alguna razón se establecieron en el país o que por mero gusto llegan a “salvar a los elefantes de los salvajes tailandeses”, estos adquieren a sus animales de la misma forma que los primeros o peor aún les compran los animales de desecho más viejos y enfermos que en vez de pasar su vejez tranquilos y solitarios en la selva, siguen siendo utilizados para atraer turistas y crear “conciencia”. Los recursos de estos campamentos suelen ser más altos por lo que pueden comprar elefantes más jóvenes a familias humildes que no pueden rechazar ofertas exhorbitantes, “es como vender a un hijo o un hermano”, no existe un mercado legal de elefantes ni se puede ir a la selva (legalmente) a capturar a ninguno de los 4000 ejemplares salvajes que se considera aún habitan en la frontera entre Tailandia y Camboya. En los "campamentos de extranjeros" utilizan hábilmente el discurso marquetinero del “no riding” o no montaje, para postergar su inversión en animales viejos, esto va en contra de las tradiciones centenarias de tribus como la de Karen, que conocen cómo nadie la anatomía del animal y sus costumbres fisiológicas. Hoy estos pueblos originarios se enfrentan a la necesidad de defender la cultura de la monta del elefante como si fuera algo diabólico. La ecuación es sencilla un elefante de 4 toneladas puede cargar a un hombre de 70 kilos sin ningún problema, pero hay que saberlo hacer y por periodos de tiempo específico, tal como se hace con un caballo. Fulani dice que antes de que hubiera caminos y vehículos en su región, la única manera de llegar en menos de una semana a Chiang Mai era a lomo de elefante, también los montan para arar sus tierras y cargar los troncos con las que hacen sus viviendas. Para defender esta tradición este campamento explica que solo reciben grupos pequeños de visitantes una vez por día y que descansan dependiendo la carga semanal al menos un día, también asignan los elefantes de acuerdo a su edad, humor y necesidades. El trato es personalizado nuestro grupo por ejemplo era de 4 parejas. Había más cuidadores que visitantes y los 6 elefantes que había en el campamento pertenecían a alguna familia de los entrenadores presentes, algunos se criaron juntos y al final del día vuelven a casa después de una jornada educando a los tristemente pocos turistas interesados en los campamentos orgánicos.




Como mexicano y conocedor de sus magníficas playas caribeñas reconozco sin patrioterismo que la más linda en la que estuve fue en la inolvidable Tailandia. Mi playa favorita del mundo mundial está en la isla de Koh Adang un archipiélago protegido en el extremo sur del país, mucho más cerca de Kuala Lumpur en Malasia que de Bangkok. Y esta ni siquiera es considerada una de las más bellas por los expatriados residentes que ya se han peinado medía vida en el país, ellos coinciden en que el título para las mejores playas se lo lleva la isla de Koh Tao en el Golfo de Tailandia. Pero bueno para llegar a Ko Adang hay que tomar un vuelo a Hat Yai un aeropuerto en el sureste del país, desde ahí se llega por tierra al puerto de Pakbara tras hora y media, ahí se toma una lancha rápida a Koh Lipe donde tras otra hora media te transportan en un bote de cola larga hasta Koh Adang.  Las dos islas son las únicas del archipiélago “liberadas” para la exploración turística en el Parque Nacional de Tarutao,  famoso por sus inigualables atardeceres que pintan mar y cielo por igual.





Koh Lipe es la más desarrollada para el turismo es una Pukhet o Phi-Phi a escala donde se encuentra de todo como base de operaciones es ideal si lo que se quiere es explorar islas desérticas. Desde uno de sus tres puertos tomas un bote hasta las costas de Koh Adang, ahí solo hay un resort construido antes de la declaratoria ambientalista para prohibir más asentamientos como en su isla vecina. La playa de este único puerto ya de por sí es magnífica, pero si la idea es llegar al idílico destino hay dos opciones, por kayak o un trekking a través de la selva. El Ranger Point como es denominado el punto más occidental de esta isla y donde se encuentra un puesto de Rangers que cuidan se preserve la naturaleza cuenta también con algunas cabañas (que no aparecen en línea en ningún lado y solo es posible reservar llegando al lugar) y una zona de acampada, aquí no hay cajeros automáticos, wifi, bares ni restaurantes. Hay una pequeña recepción y una tienda con enramadas que ofrece lo indispensable, la zona de campamento tiene duchas y algunas lámparas que desconozco si encienden por la noche. Desde Ko Liphe un taxi acuático te puede dejar directamente en el Ranger Point si la marea lo permite. Nosotros optamos por la caminata a través de la selva después de 40 minutos donde te topas a monos salvajes y llegamos al extremo oeste de la isla y los colores turquesa simplemente embelesan, luego la marea caprichosa hace el resto, dejando un brazo de playa que divide en tonos azulados el mar estático, formando una piscina natural con arena fina y blanca. Llegamos cerca del medio día por lo que el sol estaba insoportable, pero no podíamos dejar pasar la oportunidad de darnos un chapuzón en tan imponente escenario.  Luego volvimos al resort cuando la marea bajaba y la piscina natural se convertía en chapoteadero. Tomamos un “taxi” acuático de vuelta al hotel exhaustos y tomamos una siesta, luego al despertar no estábamos seguros si habíamos soñado.


7/24/2017

Sin plan "B"

3 junio 2000

La Copa USA se tenía que disputar y la Federación Mexicana buscaba darle prioridad a la eliminatoria mundialista. La situación se resolvió vistiendo de verde al campeón del fútbol mexicano con todo y entrenador. Hugo Sánchez solo sustituyó a los extranjeros de sus Pumas con Luis Hernández, Luis Pérez, Óscar Mascorro, Daniel Osorno y Paulo César Chávez. El torneo amistoso fue anecdótico, pero fue un antecedente de un club representado a México y compitiendo de buena manera.

1 Julio 2001

Los números de Enrique Meza al frente de la selección en el hexagonal final rumbo al Mundial de Corea/Japón 2002 llegaron a cinco partidos (1-1-3). La primera derrota como local en una eliminatoria mundialista le puso pie y medio en la salida, la puerta se cerró cuatro días después cuando Honduras goleaba al Tricolor en San Pedro Sula.

Javier Aguirre fue el bombero y armó un equipo emergente con la base del Cruz Azul subcampeón de América: Óscar Pérez, Melvin Brown, Sergio Almaguer, Tomás Campos, Víctor Gutiérrez, José Hernández y Francisco Palencia. México ganó entonces un partido vital contra EE.UU. enderezó el rumbo y cerró en segundo lugar la eliminatoria.

1 julio 2011

La Copa América se juega en Argentina, el certamen más importante de selecciones en el que puede competir México tras el mundial. La Concacaf "obligó" a México a disputar la recién culminada Copa Oro con sus mejores jugadores y decide participar en Sudamerica con la selección sub-23 más algunos refuerzos de experiencia como Luis Michel, Héctor Reynoso, Oribe Peralta y Rafael Márquez-Lugo.

Pese a las tres derrotas y considerando a los rivales se jugó con el suficiente orden para no hacer una memorable participación en lo negativo. Un año después la base de este equipo ganó la medalla de oro de los Juegos Olímpicos de Londres 2012.

13 noviembre 2013

Turbulento hexagonal rumbo a Brasil 2014. José Manuel de la Torre dejó a México en el borde de la eliminación. Luis Fernando Tena perdió en EE.UU. el único partido que dirigió y Víctor Manuel Vucetich tras dos partidos fue cesado. Llegó el turno de Miguel Herrera para disputar el repechaje contra Nueva Zelanda.

Convocó de "su" América a Moisés Muñoz, Francisco Rodríguez, Juan Carlos Valenzuela, Miguel Layún, Paul Aguilar, Jesús Molina, Adrián Aldrete, Juan Carlos Medina, Raúl Jiménez y Luis Mendoza. México ganó por goleada los dos partidos y clasificó al mundial dejando atrás el complicado proceso.

24 julio 2017

México una vez más enfrentó dos torneos en el verano por la pecuniaria y bienal Copa Oro. Esta vez la prioridad se concedió a la Copa Confederaciones y una selección alternativa disputó el certamen de Concacaf. México cumplió con el objetivo de jugar semifinales en Rusia 2017, pero un intermitente funcionamiento, una goleada ante Alemania sin sus figuras y la forma en que se pierde ante Portugal dejó una impresión muy negativa.

No son un secreto las falencias de la Federación Mexicana de Fútbol: su falta de planeación, la paupérrima logística y la poca seriedad y respeto que se le otorga a los procesos de las selecciones en todas sus categorías. Si los mayores responsables de generar la infraestructura necesaria y el entorno ideal para contar con una selección competitiva son incapaces de logarlo, es ridículo pensar que pueden hacerlo con dos equipos en el mismo verano ¿Qué opciones quedan?

El escenario ideal es que existiese una abundante y constante cantera de futbolistas con el desarrollo físico-atlético y psicológico, los procesos necesarios de formación, la experiencia suficiente en clubes y finalmente el trabajo técnico-táctico indispensable en cada categoría como para poder elegir 23 que sean capaces de acoplarse a un sistema de juego estructurado o con los fundamentos mínimos para adaptarse al del entrenador en turno.

Ante la inexistencia de este panorama aún quedan alternativas para dejar de comprometer el poco prestigio logrado por el Tricolor a nivel internacional en cada evento al que participa con cualquier selección mayor. Los antecedentes existen y de los cuatro casos citados al principio del texto los resultados han sido menos catastróficos que las inolvidables goleadas contra Chile y Alemania más la humillante derrota ante Jamaica.

Enviar a la selección juvenil no solo daría fogueo a los jugadores a nivel internacional (del que carecen) de ser el caso podría reforzarse con algunos más experimentados que apuntalen el equipo. Si bien este verano se disputó el Mundial Sub-20 en Corea del Sur (generación 1997) al torneo de Concacaf asistió Edson Álvarez, la figura de ese plantel.

El último partido que disputó la "selección sub-23" fue en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en 2016 si se hubiera seguido medianamente el proceso de esos jugadores, en esta Copa Oro elementos como César Montes, Erik Gutiérrez, Rodolfo Pizarro y Erik Torres probablemente hubiesen potenciado su rendimiento con la familiaridad de una sistema de juego conocido.

México es uno de los países donde se puede sacar una ventaja deportiva de la relación existente entre la Federación y la liga local, me pregunto que hubiera pasado si se negocia con las Chivas de Guadalajara su participación en la Copa Oro evidentemente de la mano de Matías Almeyda que conoce perfectamente que posiciones reforzar.

Es cierto que se hubiera comprometido la pretemporada del Guadalajara y con ello todo su torneo, pero considero que México hubiera estado mejor representado e incluso por el nivel exhibido, podría haber competido por el título. En el país de la multipropiedad, los cachirules y las decisiones tomadas desde la televisión no sería muy complejo balancear esta ecuación con algún beneficio para el club.

En cualquier caso se valoraría en mayor medida a los jugadores y se protegería al cuerpo técnico, se honran los compromisos adquiridos con organizaciones, torneos y sobre todo con los aficionados que son tratados como clietes, se optimiza y justifica el trabajo realizado con procesos juveniles e incluso se prioriza la representación nacional y su materia prima (el jugador mexicano) ante la evidente extranjerización de la liga que aparenta seguir sus propios intereses cuando todos sabemos que obedecen al mismo grupo de directivos.




7/18/2017

La improvisación mexicana


Retomemos el último proceso mundialista casi catastrófico con cuatro entrenadores en los últimos seis partidos. José Manuel de la Torre, Luis Fernando Tena, Víctor Manuel Vucetich y Miguel Herrera. El último de ellos pese a no llegar al quinto partido dejó una buena imagen en Brasil 2014. Parecía encaminado al nuevo proceso mundialista, sin embargo su temperamento lo llevó a golpear (o intentar golpear) a un relator crítico de su labor y entonces fue despedido. Incluso tras el escándalo un grupo de directivos dentro la Federación Mexicana de Fútbol apoyaban su permanencia, dividían culpabilidades con el cronista. 

Una prensa vilipendiada en un país donde es más peligroso denunciar un delito que cometerlo. Más allá de los vicios propios de la "nueva" prensa deportiva más cercana al espectáculo que a la información, el gremio lastimosamente se ha dividido entre porristas y detractores de la selección. No existen matices, si la crítica es argumentada y constructiva se toma igual que la peor verborragia. Estás con ellos o en su contra. 

Este "viceralismo" puede esperarse de los aficionados porque son más pasionales y menos analíticos, pero cuando directivos, jugadores y cuerpo técnico califican a todos de amigos o enemigos los ecosistemas se contaminan dramáticamente.

La credibilidad de la Federación Mexicana de Fútbol viene en decadencia con cada entrenador que llega y los procesos que en teoría deberían tener estabilidad considerando el nivel del área donde se compite y la cantidad de plazas en disputa por cada eliminatoria jugada, son tortuosos.

México además, es la única selección que juega como local en dos países y en términos marquetineros su mercado alterno es mayor en potencial en cuanto a su poder adquisitivo y fidelidad de plaza. Su peso histórico en la zona la hace participar únicamente de las fases finales en los clasificatorios. Ningún equipo juega tanto y tan seguido como la selección de México y aún así no encuentra la estabilidad que aparentaría ser sencillo encontrar bajo este contexto. Por si fuera poco se cuenta además con recursos de patrocinadores serios, infraestructura de primer orden y una liga atractiva, pero todo esto no parece suficiente para tener un ambiente laboral óptimo. 

Las decisiones desde la cúpula se vuelven pecunarias, no se concede tiempo al trabajo, no se desarrollan los talentos, se cortan procesos y se pierden generaciones enteras.  Julio Gómez, Balón de oro en el sub-17 que México levantó por segunda ocasión en el 2011, ha portado seis camisetas en 4 años y juega en el ascenso de su país cuando las figuras uruguayas y alemanas que enfrentó en el certamen ya juegan en Europa con contratos millonarios. Del equipo sub-23 que ganó los JJOO de Londres en 2012 se mantienen (y cuestionados) seis jugadores en el plantel de la Copa Confederaciones (sin contar a Oribe Peralta quien jugó como refuerzo). 

Lo que México ha obtenido en prestigio internacional se ha conseguido trabajando con la materia prima local jugadores y técnicos, con el puntual aporte de brillantes extranjeros. Pese a ello hoy los dueños del fútbol mexicano prefieren abrir hasta 9 los puestos a foráneos en la liga y se busca fuera del país cualquier elemento sin un nivel diferencial con el del potencial mercado local, se ficha cantidad y no calidad en la mayoría de los casos. Equipos con grandes recursos como Tigres, Monterrey o Cruz Azul derrochan fortunas cada seis meses y algunos adquieren derechos de juveniles extranjeros para incluirlos en sus registros de categorías inferiores para que en un futuro no ocupen una de las 9 plazas. ¿No sería ideal copiar el modelo de jugador franquicia de la MLS en vez de traer a probarse a decenas de sudamericanos cada temporada?

El Club Pachuca que recientemente trabaja mejor las fuerzas básicas es el modelo más próximo a culminar procesos con sus futbolistas desde las  categorías infantiles, aún así están lejos de los semilleros sudamericanos y europeos. 

Si bien el modelo económico actual ha traído beneficio al espectáculo de la liga, cada vez son menos los jugadores jóvenes consolidados en los equipos de primera división. Y los seleccionadores nacionales que nunca han tenido una vasta cantidad de elementos para formar cuadros altamente competitivos ahora incluso sufren para detectar jugadores en posiciones tan fundamentales como la de un delantero centro. 

México durante las últimas ediciones de Copa América (salvo la Centenario) tuvo que enviar selectivos alternativos para competir en el mejor torneo al que se tenía acceso después de una Copa del Mundo por "compromisos comerciales" con la Concacaf. Los mismos motivos hicieron desdeñar este año la Copa Libertadores, el torneo más prestigioso de clubes después de la Liga de Campeones de la UEFA. "El calendario se empalma con el nuestro (Liga y Copa) y las condiciones no son equitativas". Justificó Enrique Bonilla, presidente de la Liga MX.

El presente y futuro de generaciones se está comprometiendo cada que llega una evaluación contra equipos extranjeros (Libertadores, Copa del Mundo, Copa América o Mundial de Clubes). Tras la década de los noventa se ganó un prestigio a base de trabajo y poco a poco quedaron atrás las abultadas derrotas cada que los equipos mexicanos salían a competir. Hoy estás derrotas escandalosas regresan y los titiriteros del fútbol siguen pregonando "accidentes del fútbol" y justificando el inerte resultadismo cuando los números se tienen a favor.

No es normal que una selección juegue más de 20 partidos en una temporada, tampoco que se tengan que formar dos cuadros para el mismo verano, pero si llegara a ser necesario deberían existir protocolos sustentados en una estructura como recién ocurrió con Alemania. Tampoco es normal que los clubes jueguen cada fin de semana con dos futbolistas mexicanos y se busquen justificantes como la Ley Bosman. Mucho menos es común la multipropiedad o que las decisiones se tomen desde un despacho en una televisora. La prensa no es el enemigo por más que en sus filas existan porristas, divas y reventadores. Para los que crean que esta genera un ambiente nocivo para el trabajo de jugadores y cuerpo técnico deberían de viajar un poco y conocer como se vive el fútbol en Argentina, Brasil, Turquía o el Reino Unido. El jugador mexicano comienza a sentirse incómodo cuando es llamado a su selección porque apenas se sabe exigido.

La realidad es que México no está dentro de los mejores 10 equipos del mundo, pero tampoco por debajo del lugar 20. No hay nada nuevo en el fútbol las fórmulas están sobre la mesa: 

  1. Se apuesta al talento de jugadores excepcionales y se les pone por encima de todo, ojo primero hay que desarrollarlos.
  2. Se puede crear una estructura a largo plazo que con coherencia y evolución fundamente un equipo y su forma de juego. 
  3. Se puede operar exitosamente con el trabajo de un director técnico al que se le entregue control absoluto de la selección: logística, planeación y cancha. Desde el más mínimo detalle y se debe apostar fielmente por su continuidad.                                            Son tres formulas probadas con las que México se topó en Rusia 2017. Difícilmente se puede corregir algo a un año del mundial, menos aún con las tradicionales incoherencias de la Femexfut. Lo óptimo (no lo ideal) es continuar con Juan Carlos Osorio hasta Rusia y dejarlo trabajar con lo que sabe y dispone, que siga justificando su estilo donde las formas no importan (presume dos derrotas oficiales, un 7-0 y un 4-1) y a esperar que cuando llegue el cuarto o el esperado quinto partido (por casualidad), no les hagan otra inolvidable goleada por seguir improvisando.