11/26/2018

Sinécdoques

Tomar una parte por el todo se convirtió en un recurso no solo retórico sino periodísticamente valioso. El subtexto de muchos periodistas señalando a "la gente" como un ente único y con la violencia como su rasgo distintivo, es solo equiparable a su irresponsabilidad verborrágica en la previa de la final de la Copa Libertadores.

Culpar al periodismo de generar un ambiente hostil es un análisis tan ordinario como el sesgo de los directivos del fútbol señalando que el problema son "cincuenta inadaptados". Una cifra que a esta altura ya resulta irrisoria al momento de enumerar los hechos violentos en el futbol argentino. 

Ni la sociedad argentina "ha fracasado por una pasión mal entendida", ni los discursos de algunos sectores del periodismo han estado a la altura que dicha sociedad merece. Los únicos que han cumplido, hasta ahora, cabalmente con su rol en este ecosistema han sido los jugadores que nos brindaron, probablemente, los únicos 90 minutos de futbol que tendremos.

La sociedad argentina sí está contaminada y por ende su fútbol y por consecuencia los medios que cubren el deporte. Las conductas colectivas violentas son extrapoladas una y otra vez, pero los delincuentes que influencían dichas transgresiones siguen siendo los menos. 

Ahí es donde coincido en el discurso popular respecto a los 50 inadaptados por que si fuéramos todos, bastarían los 50 mil que estaban en el estadio para entrar a la Casa Rosada y echar al presidente.

La gente a su vez carga contra los medios como represalia cuando escucha a "periodistas" señalar "una sociedad de cuarta" o "un asco de hinchada". En esta lucha de sinécdoques se escala el conflicto y delincuentes y autoridades, los principales responsables, terminan siendo los más cómodos.

El fútbol es un microcosmos de nuestra realidad y la sociedad argentina está lastimada por nuestro contexto social, político y económico. Lo que la vuelve susceptible de transgredir el orden por un partido de fútbol, al que dota de su carga emocional cotidiana.

La gente vive un momento vulnerable y es receptiva de reaccionar cuando una mafia con alevosía, gesta delitos y los perpetra excusada en el anonimato de una hinchada. Fernández Gutiérrez de Quevedo describía ayer al fútbol no solo como un mal remedio, sino como el fármaco más barato y accesible para evadir la realidad.

Si la sociedad y su contexto estuvieran sanos está susceptibilidad no existiría y los "50 inadaptados" quedarían expuestos. Igual que como quedan expuestos los medios de comunicación antes y después del incidente de la mal bautizada "final del mundo" que solo le importaba a los latinos, del mundo, pero solo a los latinos.

Para el contexto actual está sociedad es casi heroica tolerando hoy en medio de una crisis económica un evento de esta magnitud, un G20 dentro de una semana o una olimpiada juvenil hace un mes. Unos juegos olímpicos donde esta misma gente "desquiciada" llenaba cada evento con un solo incidente, fue en un partido de fútbol.

La sociedad es la misma, los periodistas los mismos, las autoridades las mismas, solo cambia el contexto, es fútbol. Un contexto gravemente contaminado por delincuentes ramplones, que tiran piedras y criminales de cuello blanco que los empoderaron y no saben que hacer con ellos.

Hoy los medios, más que nunca, deben dejar de lado los discursos de odio volver a sus bases y mostrar con responsabilidad quiénes son esos delincuentes distinguirlos del resto y dejar de recurrir a figuras retóricas...a sinécdoques. 


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