5/01/2018

Gracias totales


¿Y qué no estabas en Argentina? Me preguntan de nuevo. Y sí, y aunque trato de ahorrarme por casuística los siguientes cuestionamientos, los respondo con matices de acuerdo a la confianza que le tengo a mi interlocutor. Sí, me fui solo con billete de ida y con una oferta de trabajo de la Agencia EFE.

Al final pegar la vuelta ha sido probablemente la decisión más difícil que he tomado, pero algunos reveses circunstanciales en México terminaron por convencerme de aventurarme de nuevo por Buenos Aires.

No es un secreto mi afecto por la Argentina y más allá de los vínculos incondicionales siento una enorme admiración por la cultura rioplatense y considero mías sus más inherentes pasiones. Hace diez años, antes de recibir la oportunidad que cambiaría mi vida en Europa, mi intención era recalar en La Plata, Rosario o la majestuosa Buenos Aires (sigues tan linda como siempre). Y si bien la experiencia fue corta fue retroprogresiva.

La vida y sus caprichos me llevaron a España y luego a Países Bajos, y luego de regreso a México con los Países Bajos incluidos, pero la Argentina siempre estuvo latente de alguna u otra manera. Una nueva oferta llegó y decidí tomarla para luego volver antes de lo previsto. Recientemente leía un honestísimo texto del periodista Alberto Arce, yo escribo de sobre él y de la Agencia EFE, cuando él escribe sobre Orwell y del New York Times, pero igual me siento identificado.

Antes de irme, como él, también me topé con un idiota lleno de confianzacon un mercado en el que vendo algo que ya no vale ( y que también quiero regalar y que no lo quieren por que no lo entienden) y también me siento devaluado, a veces malgastado y yo creo que la meritocracia es idealista. Que solo siguen los amigos, los pacientes, los que toleran (muy laudatorio) y tristemente también siguen los que mienten.

En fin como Alberto soy de los que tienen dignidad y valentía y sigo acumulando millas con mis principios intactos, esperaré una ráfaga de viento a favor o seguiré remando hasta que se desinfle el bote y decida hacer otra cosa con un renovado espíritu nihilista más mis 36, 40 o 50 años a cuestas. Gracias Argentina por tu sofística lección, tu dieta cognitiva y tu compuerta evolutiva; gracias por tu gente, por tus espacios y por los momentos; gracias por las risas y sobre todo las lágrimas; gracias por la resiliencia. Gracias, gracias totales.

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