Lyn Wegener nació en el barrio de Eldena en Greifswald, una pintoresca ciudad famosa por su bahía natural entre las islas del noreste alemán. Lyn emigró hace siete años a México a donde llegó para perfeccionar su español.
Después de pasar un verano inolvidable y sin tener un empleo fijo en casa, consideró permanecer en América una temporada, en menos de un año consiguió un trabajo con buena paga y logró su permiso de residencia.
Tony Kroos nació cerca de Wick también en Greifswald, de familia futbolera él y su hermano comenzaron muy pronto a patear pelotas. No llegaba al metro y medio cuando ya jugaba para el club local más importante el Greifswald SC.
Después de ser detectado en un torneo regional fichó por el Hansa Rostock, pero su primer contrato lo consiguió a sus escasos 16 años, cuando migró a Munich para enrolarse con el todo poderoso Bayern.
Lyn por su parte, terminó viviendo en un barrio de la gigantesca capital mexicana con su pareja "Fran", con quien después de cuatro años juntos, en septiembre pasado tuvo un hijo a quien llamaron Leon y al que han decidido criar en Alemania.
Jessica es una de tantas mujeres "víctimas" del babyboom muniqués tras la temporada del 2012/2013 del Bayern de Jupp Heynckes. Ganaron la Bundesliga, la Copa de Alemania, la Liga de Campeones, la Supercopa de Europa y el Mundial de Clubes.
Tony Kroos un referente en dicha campaña, se consolidó como titular y fue una de las figuras bávaras hasta su lamentable lesión frente a la Juventus en cuartos de final de Champions League, que lo marginó de los partidos cruciales.
Lyn y su familia viajan rumbo a Dallas, donde harán una escala en su camino a Frankfurt. Después de la eliminación de México, Fran accedió ponerle al pequeño León la camiseta de la ´Mannschaft´ con la que viaja cómodamente ataviado.
Jessica es una brillante mujer de negocios, bautizó en septiembre al producto de aquella explosión de natalidad como Leon (sin acento) y curiosamente hoy también viste el jersey de la ´Mannschaft´ pero con el 18 de papá en la espalda.
El vuelo de Lufthansa aterrizó en Dallas a las 13:48 y el embarque rumbo a Frankfurt está marcado a las 15:50. Entre las terminales C y D un bar de medianas dimensiones exhibe la previa de la semifinal de Brasil 2014. La mayoría de los pasajeros prefieren hacer ahí su escala.
Tony Kroos canta el himno alemán entre sus mejores socios del campo Bastian y Thomas, cuando su imagen aparece en las inmensas pantallas del Estadio Mineirão, Jessica levanta a Leon y lo anima a reconocer a su padre.
Después de once minutos de juego (15:11 en Dallas) Müller da el primer golpe, el Mineirão es un cementerio pero el bar que parece estratégicamente ubicado entre las conexiones de Lufthansa es una auténtica cuchipanda.
Al minuto 23 Miroslav Klose aprovecha un desliz de Julio Cesar para escribir su nombre en la historia del fútbol. Una azafata en Dallas también pierde la vertical en el festejo, se incorpora entre carcajadas cuando Tony Kroos marca el tercero.
¡Jessica explota en júbilo!¡Todo el palco explota en júbilo! No dan crédito a lo que ven ¡El carnaval se convirtió en oktoberfest! Leon llora, aún no comprende su entorno pero se asusta. Cuando su madre trata de animarlo, papá marca de nuevo sale corriendo al banderín y señala al palco.
Löw manda a los alemanes al abordaje, la voz del Dallas Fort Worth solicita lo mismo. Pero nadie absolutamente nadie se despega de las pantallas, algunos mexicanos consorte se abren paso para seguir a la puerta D16.
Khedira culmina otra gran jugada y finiquita los 18 minutos más espectaculares y conmocionantes en los registros mundialistas. Lyn contagiada llora de alegría, de fascinación, de asombro...de todo. A nadie le importa Frankfurt, hoy Belo Horizonte es Alemania.
En el Mineirão las emociones son más extremas, ni el mismo Franz Beckenbauer confía en sus ojos y mira el marcador repetidamente. Dos palcos abajo Jessica celebra desaforada con Leon, la señalaban de fría, de 'rara avis' para el escenario futbolero pero lo de hoy es extraordinario.
Lyn, León y un centenar de alemanes perdieron el vuelo a Frankfurt pero sonríen cómplices de Müller, Klose, Kroos, Khedira y Schürle. Jessica, Leon y un millar de alemanes celebran hasta la afonía entre el lúgubre entorno brasileño que terminó apagado las luces del estadio. El tiempo se detuvo. El 7-1 es memoria colectiva y un recuerdo personal intransferible.
Leon y León todavía no son conscientes de lo que ha pasado, de lo que han vivido, pero algún día contarán sus anécdotas con orgullo en las calles de Greifswald, una pintoresca ciudad famosa por su bahía natural entre las islas del noreste alemán.