9/02/2014

Nunca Seremos AP

Escribo este texto a modo de catarsis, epílogo y prefacio. Siempre critiqué a la gente que se queja del círculo una vez que se convierte en tangente. Puedo considerarme integro en ese sentido y porque estoy convencido de mis convicciones aquí quedará plasmado.

La realidad de esta empresa de comunicación es paupérrima, el contexto de la crisis afectó a tal punto las bases estructurales de la institución que incluso fue necesario un nuevo edificio para que la Agencia EFE no colapsara.

Tengo que reconocer que a EFE le debo cierto desarrollo profesional, gran parte de mi experiencia de campo y un sin número de lineamientos formativos que me han creado un concepto complejo pero bien definido del periodismo.

Por eso en vez de periodista prefiero el término comunicólogo, la ventaja de una opinión formada posibilita a no coincidir con nadie y por dar un ejemplo me considero mejor fotógrafo que redactor y en esas distinciones he definido mis metas y honrado mis compromisos.

En el periodismo como en la vida creo en las personas "problemáticas" y procuro que la gente que me rodea  -especialmente en el trabajo- sean mejores que yo, si no en todo en muchas cosas, no concibo el periodismo sin  pasión o continuo aprendizaje.

Podría culpar a muchas cosas los recursos, la banalidad de información, la superficialidad en su tratamiento, la abierta ignorancia, la renuncia explicita a contrastar fuentes, el periodismo telefónico o ser una simple repetidora de un canal local de noticias.

La realidad es más compleja y maquillada con eufemismos que imposibilitan el ejercicio serio del periodismo: control parcial de contenidos y sugerencias respetuosas. Los cínicos no sirven, para este oficio se requiere nobleza aleccionaba un tal Kapuscinski.

Considero que nuestro contexto está lleno de vicios y entre más grandes sean es más insalubre el contexto, no hay manera que un hombre sea más productivo cuando su espíritu está pleno de disforia.

Durante mi formación en esta casa me repitieron hasta el cansancio que me olvidara de mi nombre, que de ahora en adelante cada texto llevaría unas siglas que representaban la esencia del oficio: informar. 

Dichas siglas reemplazan el nombre de miles de profesionales en el orbe y cada estilo debe encajar en un solo medio global. Como la propia firma el periodista debe procurar a sus textos y saber decir ¡no! ante incongruencias o insatisfacciones de sus editores.

No pretendo arreglar el mundo, pretendo que los que mandan y están para eso lo hagan y si no pueden o no quieren, me conformo con que sepan que yo no estoy de acuerdo con sus formas y ni ofrezco mi conformismo ni mi resignación para ello.

El periodista era un individuo que veía, pensaba y opinaba. Hoy mira y después repite. La inmensa mayoría de las decisiones son pecunarias se dictan con la visión presupuestal y se deja de lado el análisis consensuado de los profesionales de la información.

No hay planeación se improvisa, no hay evolución profesional, no existen gratificantes ni remuneraciones más allá de lo no negociable. Hay que premiar méritos no el color del pasaporte o la antigüedad permeada con la degradación en espera de una jubilación.

La ética es una condición que debe acompañar al periodismo citaba García Márquez un hombre que pasó por esta casa y al que hipócritamente se le escribieron crónicas y perfiles que mancillan los principios que defendió siempre. 

Los responsables cambian de nombres y de países pero no de procedimientos de inmoralidad e indecencia, todos con sus pasaportes marrones cobrando obscenos sueldos dignos de políticos corruptos en una empresa de comunicación pública. 

Solo el autómata y el hombre sin aspiraciones está conforme con las "modas" imperantes que consideran su estado actual como el único posible. Veo colegas que escriben mucho de lo que no saben o no entienden y se enorgullecen de ello, yo siento vergüenza.

La sensación de aporía me quita el aliento, destruyen el periodismo y lamentablemente es un virus contagioso puesto que en la mayoría de mi círculo próximo percibo que ejecuta lo mínimo indispensable y luego se sienta a esperar lo "peor"... es decir absolutamente nada.

No es una diatriba contra la Agencia EFE, trato de vindicar el periodismo que esta casa me enseñó en sus aulas y luego ejercí en tres delegaciones de dos países por 6 años. Es necesario recuperar la tradición y la decencia sin dejarse condicionar.

Me ha conmovido ver como despachan o renuncian siervos de la gleba jóvenes y veteranos de calidad incuestionable, cansados de esperar una palmada en la espalda o hartos de la cíclica ignominia  mientras se enriquecen señores feudales cómodos e imperturbables.

Deberíamos revisar los juicios de valor y dejar de ser manipulados por conveniencias comerciales. En la misma área comercial he visto como dejan la empresa por la mediocridad del sistema, por las formas involutivas de sus representantes que murmuran, gritan o simulan escuchar pero nunca dialogan.

 A veces hay que elegir entre tener raíces o alas y hay que bancarse la dignidad mientras se puede tomar una oportunidad saliendo por la ventana o empujado desde la cornisa.

Lo único que salva de la vergüenza a esta noble empresa es el talento de algunas de sus gentes inmunes a la desidia, mal pagados y mal tratados. Una pena que se derrame su poco oro en bolsillos indignos  y se regatea a quien trabaja y sufre a costa de sudores pagados solo con la satisfacción de un texto o una imagen bien lograda

Al final trato que estos argumentos no sean un texto convencional  sino un recurso afectivo. Agradezco los inconmensurables aportes que me han enriquecido como persona y profesional a pesar de lo exhibo de nuestras personalidades y países, todo lo bueno y lo malo.

Cualquiera  que solo mire al pasado o al presente se perderá el futuro y es lo único que nos queda por vivir. Imagino a EFE con escenarios alternos lleno de desafíos como retos y no con el infranqueable conformismo de subsistencia como cadena de obediencia.

El periodismo que se ejerce en términos generales es tristemente adocenado, ramplón, corriente y escaso de cualquier mérito. Pero si nos tratan como números seremos entonces irracionales. 

Tenemos el derecho y la obligación de anclarnos en la felicidad que nos provoca hacer las cosas bien sin importar si mañana saldrán mal. Espero equivocarme y algún día tragarme cada palabra de este texto pero estoy seguro que Nunca Seremos AP.

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