Una entelequia en el fenotipo mexicano hace que por envidia o por abierta ignorancia primero se califique una escaleta videograbada como entrevista y luego se juzgue a sus autores, dos actores interpretando a periodistas como cómplices de la delincuencia organizada.
Los prejuicios sociales hacen que el tremendo impacto mediático logrado por Rolling Stone y su "entrevista" a Don Archivaldo pasen primero por un juicio de valor por dar voz a un delincuente, y luego se analice el discurso.
Nunca conoceremos la realidad pero se argumenta que ni se le ofreció un micrófono público a un prófugo, ni el objetivo del audiovisual era ser difundido como entrevista. Según la propia revista las imágenes tenían por objetivo dar fidelidad del testimonio del Chapo Guzmán.
El objetivo era fundamentar el guión para una película, además de un generoso (y gratuito) testimonio para un actor egocéntrico "atraído por lo que su gobierno califica como enemigo público". La captura del criminal seguramente apuró la decisión de sacar provecho del material disponible para la revista.
La vorágine mediática actual establece aprovechar los tiempos y espacios a disponibilidad, sin importar las formas y ningún medio periodístico fue capaz de lograr lo que una actriz con aparentes filiaciones al personaje, un insurgente de Hollywood y una revista especializada en música han conseguido.
El resultado encaja perfectamente con el surrealismo mexicano señalado por Breton, pero incomoda a diversas esferas públicas en los niveles político, informativo e incluso en el mundo jet set del entretenimiento.
Pocas voces han salido en defensa del fantástico recurso de Rolling Stone para posicionar un limitadísimo producto en términos técnicos, como lo que hoy se califica de entrevista y lo que el futuro documentará como uno de los mejores textos del "periodismo ciudadano" de la historia.
A diferencia de entrevistas históricas como Fallaci con Arafat, Viereck a Hitler o el mismo Scherer al Mayo Zambada, no fueron periodistas los que lograron el documento en cuestión. Si agregamos la versión de "Seaan Pen" (pronunciarse como el Chapo) que cuenta que las preguntas fueron estipuladas con antelación pierde aún más valor.
Pese a las cualidades de los periodistas mencionados y a los que también se les sugirieron respetuosamente algunos lineamientos sus entrevistados se apegaron a la máxima "tú pregunta lo que quieras y yo responderé lo conveniente", obteniendo en su mayor parte retórica ramplona y adocenada (nada distinto a lo que habló Don Archivaldo).
El control de contenidos, la banalización de la información y la inmediatez de los canales son hoy características informativas que rigen las agendas en los medios de comunicación, se transforma la realidad en espectáculo y se musicalizan crónicas para dar dramatismo.
La crónica (si hay que encasillarla en un género) de Sean Penn cumple con todas esas nuevas características del periodismo y supera a los medios de comunicación en su campo y con sus reglas. Seamos sinceros salvo contados medios con rigor que siguen estrictas líneas informativas la mayoría de los señalamientos son hipócritas.
Si en vez de Rolling Stone y Sean Penn hubiera sido The New York Times y Eric Lipton, los limitados criterios estarían aplaudiendo y el Pulitzer del 2016 sería ya indiscutible en la primera semana del año.
Puede existir escepticismo respecto a las conexiones entre el delincuente y la actriz, el trabajo no cuenta con rigor y el texto deambula más entre propaganda apológica al narcotráfico y una entrada de blog personal que tiene al autor como figura central en el texto.
Los medios manipulan una y otra vez a su conveniencia el ejercicio serio del periodismo que está más cercano del negocio que del oficio, la prensa no es solo sensacionalista es incluso especulativa y carece de códigos.
Porqué se deprecia entonces el valor del documento con tintes irónicos, que incluye referencias al pene del autor, a sus flatulencias, al tequila de la actriz y que incluso a impulsado la venta de camisas ¿Por su primicia, su plataforma, su oportunismo o por violar protocolos y convenciones socialmente aceptadas?
Creo que las críticas deberían centrarse en la irresponsabilidad del autor por "defender un oficio" del que el narcotráfico ha cobrado innumerables vidas, uno de cada tres periodistas asesinados en América Latina es mexicano y no hay que ser una ONG para dilucidar que en su gran mayoría se deben al crimen organizado, porqué entonces no mencionó siquiera esa responsabilidad al capo.
Creo que las críticas deberían centrarse en la irresponsabilidad del autor por "defender un oficio" del que el narcotráfico ha cobrado innumerables vidas, uno de cada tres periodistas asesinados en América Latina es mexicano y no hay que ser una ONG para dilucidar que en su gran mayoría se deben al crimen organizado, porqué entonces no mencionó siquiera esa responsabilidad al capo.
Sean Penn sigue siendo un actor interprentando a un periodista cuyo único mérito es ser el primero en lograr un valioso testimonio. La parcialidad y objetividad nunca han existido y la honradez con la que se aproxime un profesional a la verdad depende de sus principios, formación y el medio en que lo difunda.
Nos acercamos peligrosamente a una sociedad donde no solo son célebres los protagonistas, también los personajes fuera del cuadro y mientras los medios sigan fomentando esta conducta de industrias poderosas con vínculos comerciales, la prensa seguirá olvidando su ética.
Bajo la estricta y limitada definición en la que un periodista es un individuo que le dice a la gente lo que le pasa a la gente, sí en definitiva el mejor "periodista" en lo que va del año se llama "Seaan Pen".
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