7/26/2016

Por la colombianización

Hoy es una realidad que la evolución del deporte colombiano ha batido a sus rivales sudamericanos y luchará por encabezar al deporte latinoamericano tras la justa veraniega de Río.

El primer aviso vino en los Centroamericanos y del Caribe de San Salvador en 2002 cuando asaltaron la tercera plaza del medallero a costa de Venezuela, desde entonces no perderían el podio. Luego vino el Sudamericano de Buenos Aires en 2006 donde brillaron en casi todo.


Sin embargo el golpe definitivo en América del Sur lo asestaron en 
Medellín 2010 cuando rompieron el récord total de preseas en una sola edición, alcanzando la sorprendente cifra de 374 medallas. El asalto final a México y Cuba en el norte se planea para Barranquilla 2018.


Pese a que las potencias continentales 
EEUU, Canadá y Brasil aún están lejos para Colombia y los últimos medalleros en juegos Panamericanos así lo dictan, la distancia se han reducido.


La próxima edición en Lima parece ser el contexto idóneo para competir mano a mano contra Cuba en cosechas doradas y terminar de despojar a la Argentina, México y Venezuela de sus 
fútiles triunfos regionales incapaces de traducirse en competitividad internacional.


El deporte colombiano de élite apunta a pulir las disciplinas en las que son competitivos al máximo nivel y desarrollar el deporte en lo que podrían llegar a convertirse en rivales de cuidado. Buscan tener un alcance global en lo que se trazan como objetivo.


Dejando de lado los históricos esfuerzos individuales del talento latinoamericano y la trascendencia cíclica del deporte 
congénito en nacionalismos ilustres como el fútbol, voleibol y baloncesto tanto argentino como brasileño o el béisbol y el boxeo en Mesoamérica y el Caribe.


Fuera de Cuba donde el 
deporte es una cuestión de Estado. Son contadas las disciplinas que en América Latina cuentan con una estructura para su competitividad mundial. Ejemplos hay pocos México logró desarrollar una tradición en disciplinas como el Taekwondo y los saltos acuáticos, pero dejó perder la marcha y la equitación.


En mayor o menor medida son los casos de la vela Argentina, los 
velocistas dominicanos, el tenis chileno y el voleibol femenil peruano. Todos esfuerzos puntuales similares a los de Claudia PoolJefferson Pérez y Rubén Limardo.


Sin embargo el modelo colombiano parece concentrarse en sus fortalezas: el ciclismo, el patinaje y la halterofilia; después en sus pasiones el fútbol y el boxeo; para después invertir en sus oportunidades atletismo, el tiro y las artes marciales.


No dudemos que pronto incursionen con éxito en disciplinas antes desconocidas para ellos como los saltos acuáticos y el béisbol donde sus naciones rivales con 
biotipos e infraestructura similares han cosechado triunfos.


Otra ventaja real respecto a sus competidores argentinos y mexicanos es la riqueza genética colombiana que destila igual capacidad  y destreza atlética como 
Nairo Quintana o Mariana Pajón que deportistas de la envergadura y potencia física de Catherin Ibargüen o Jakeline Rentería.


El trabajo comprometido de una estructura deportiva bien distribuida entre Gobierno, iniciativa privada y sociedad arroja innumerables prospectos, que tras pasar por los programas sociales de captación de talento, 
prosiguen su desarrollo profesional con capital privado o becas públicas.


Hace apenas tres décadas los principales valores del deporte colombiano se asociaban con el narcotráfico y la sangre joven se derramaba en el campo, las selvas y las ciudades, presa de la delincuencia organizada.


Su episodio más álgido vino después de la Copa del Mundo 
FIFA 1994, un autogol culminaba con las esperanzas de trascender de la generación dorada del fútbol colombiano, y también marcaba el destino trágico de una vida.


Sin embargo el deporte colombiano daría vuelta a la página y abanderado por el mismo fútbol, usando a México como trampolín, ganaría su primera Copa América en 2001, así el futbolista colombiano se 
revaloró y continuó su éxito.


Solo en el mercado de verano
anterior  fueron negociados 46 futbolistas cafetaleros en las mejores ligas del mundo. Como dato comparativo solo en ese 2015 se superó la cifra total de futbolistas mexicanos fichados en ligas profesionales internacionales durante lo que va de la década (38).


En sus primeras 
dieciséis participaciones en Juegos Olímpicos, Colombia logró 9 medallas. En las últimas dos ediciones consiguió 10. Tras la histórica participación en Londres 2012, el presidente Juan Manuel Santos alabó el programa “Supérate” que vincula a 300 mil jóvenes del país con alguna disciplina y fortaleció la institucionalidad del deporte al elevar el Consejo Administrativo del deporte a Ministerio.


El país organizó los Juegos Sudamericanos en 2010, la Copa del Mundo 
FIFA sub-20 en 2011 y luego los Juegos Mundiales en Cali en 2013. Organizará sus segundos Juegos Centroamericanos y del Caribe de las últimas 4 ediciones y Bogotá perdió ante Toronto la candidatura de los recientes juegos Panamericanos.


Según cifras del Gobierno se han invertido cerca de 150 millones de dólares en infraestructura, eventos y apoyos para 
atletas en los últimos años rumbo al ciclo que culminará en Brasil el próximo agosto.


Prestigiosas firmas internacionales como 
SportsIlustrated y Gracenote Sports coinciden en que Colombia obtendrá al menos tres oros en Río de Janeiro con Mariana Pajón, Catherine Ibargüen y Fernando Gaviria, además pronostican otra posibilidad para Yuri Alvear.


Tres oros que superan por mucho los pronósticos para Argentina (oro en Hockey femenino), México (alguna final en Taekwondo) y Venezuela (posibles bronces en triple salto y boxeo). 


Solo queda por delante Cuba asida a su 
meritorio e histórico boxeo (4 oros pronosticados), sin embargo solo en expectativa ya que en protagonismo los optimistas sudamericanos esperan notables resultados en fútbol, judo y levantamiento de pesas.


El deporte cafetero a dado un salto cualitativo de forma progresiva que espera su confirmación en Río con un desarrollo metódico, bien encausado y sobre todo redituable, un ejemplo para 
Latinoamérica que debería apuntar a la colombianización de su deporte.

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